El tamaño de los troncos elegidos es importante. Deben ser de un tamaño exacto para la chimenea, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños. Lo más idóneo es que entre la parte delantera de la chimenea y en los laterales haya al menos 10 centímetros de espacio libre.

Como norma general, los mejores troncos para usar la chimenea son los de encina y olivo, sobre todo para chimeneas abiertas, aunque también funcionan bien para las que tienen puertas. Son maderas duras que tardan un poco en encenderse, pero la duración de cada trozo y la intensidad del fuego es mucho mayor que otras maderas.

El roble es otro tipo de madera bastante buena para la chimenea. No obstante, tiene la particularidad de que debe almacenarse al aire libre para que la lluvia elimine los restos perjudiciales que contiene. Esto debe hacerse durante dos años, y luego se puede colocar en un almacén interior al menos otro año más antes de poder utilizarla.

Por el contrario, si escogemos madera de álamo o chopo tendremos troncos que queman mucho más deprisa, pero tienen más contenido de ceniza, de manera que si los escogemos tenemos que asegurarnos de que el tiro está muy limpio y no se obstruye la salida de humos .

En cualquier caso, los troncos de madera para la chimenea de leña deben estar bien secos. Si un tronco está verde o tiene humedad, no sólo no quemará bien, sino que producirá una cantidad excesiva de humo. Se recomienda comprar la leña durante los meses de verano y almacenarla en un lugar seco para que se pueda aprovechar al máximo cuando llegue el momento.

Si tienes cerca algún lugar donde haya troncos, como encinares u olivares, puede ser que haya lugares donde se dejan los restos de las podas. En este caso podrás ahorrar dinero y además ayudarás al medio ambiente usando leña reciclada.